Llegué de trabajar como un día normal. Uno, cuando llega a
casa después del trabajo, siempre tiene que hacer el mismo ritual, como una
abuela cuando va a misa, que entra en la iglesia, compra una vela roja, la
enciende y ya después si eso se acomoda para rezar. Dejé mis cosas en mi
habitación y me senté a comer. Mi padre miraba la televisión, como siempre. Yo,
también como siempre, dije <<buenas>> para saludar, sin esperar ni
siquiera una respuesta por parte de nadie, porque a esas horas no hay nada más
importante que el plato que tienes delante. Pero mi padre contestó, claro que
contestó, con una frase sentenciosa que lo único que pretendía era herir la paz
incomprensible de la salita. <<Abri, Cruyff se ha muerto>>. No
tenía ánimos para entablar una conversación con él que versara sobre la
ligereza en el fútbol y sobre quién había marcado una época más gloriosa en el
Barça, así que contesté <<hostias>>, y me concentré en el plato que
tenía enfrente. Ya pasados varios
días, no he podido dejar de pensar en la
muerte de Cruyff y en mi padre.
Desconozco los motivos por los cuales mi padre es culé hasta
para elegir sofá. Me gusta pensar que es del Barça porque el club significaba
para él un recurso épico contra el franquismo de su infancia, algo parecido a
lo que pensaba Manuel Vázquez Montalbán, y que Cruyff representaba una clara
victoria contra el Régimen. Sin embargo, creo que es cruyffista porque desde
que nació mi padre hasta 1994, el F.C. Barcelona había vivido sólo dos momentos
gloriosos -un 0-5 en el Bernabéu y el Dream Team-, y en los dos Johan mandaba
tranquilo e imperturbable, vestido con sandalias y una toga de lana cayéndole
sobre el cuerpo. Puro fútbol. Es tan cruyffista que una vez me hizo grabarle un
Argentina-Holanda del Mundial de Francia porque no lo podía ver, y aunque
Cruyff nada tenía que ver con esa selección de Holanda, era holandés, y a
Holanda se la defiende en mi casa como a la última letra de la hipoteca.
Yo, barcelonista prófugo, tengo malos recuerdos de Cruyff
dirigiendo el banquillo del F.C. Barcelona, pues coincidí con la época de los
Cuéllar, Kodro, Prosinecky, Eskurza, Korneiev, y una serie catastrófica de
fichajes que auparon al Barça a la burla más sarnosa y a los comentarios más
feroces en mi contra por parte de los viejos sin escrúpulos que bebían
manzanilla con mi abuelo en el bar. (Artículo completo en Andalucía Información)
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