Chirigota La Familia Pepperoni (1998)
El fútbol español vive unos momentos confusos si hablamos de los aficionados que van al estadio para desgañitarse por sus equipos. Y no les hablo sólo de los incidentes ocurridos el pasado 30 de noviembre en el Manzanares -cuyo suceso no vamos a explicar aquí, pues ya el sensacionalismo nacional nos ha dado buena cuenta de ello-, sino de la dificultad que tienen algunos aficionados para asistir al estadio por mor de las exigencias horarias impuestas por la LFP.
Están desalojando los estadios para que los orientales puedan ver nuestro fútbol, mientras el aficionado autóctono, en lugar de abonarse a su club, se abona a Canal Plus Liga para poder ver el partido de su equipo después de cenar. Traicionar a los estadios de fútbol es apuñalar de las entrañas  hacia arriba el alma de los clubes y, aunque suene a topicazo, la única alma que puede tener un club de fútbol es su afición, y ésta toma su estadio como parapeto ante el golpe enemigo, como el lugar que hay que defender de los forasteros como si de tu propia casa se tratara.
El Cádiz C. F. también tiene un estadio que defender, y su afición pintarrajea los alrededores de azul y amarillo siempre que el equipo juega en casa. Manolo Santander, con su chirigota Los de la Roca (2007), ofrece una excelente visión de cómo un aficionado de fútbol siente el estadio del equipo que defiende como su segunda casa. Tratándose de Manolo Santander, ese segundo hogar sólo puede tratarse del estadio Carranza: En el barrio La Laguna / dueño soy de una parcela / (…) El terreno es chiquitito / lo comparto con más gente / y allí voy cada domingo / porque es que yo necesito / empaparme de su ambiente. / En sus gradas he crecido / y quiero vivir / en sus gradas he crecido y quiero morir.
Cádiz, lugar al que pertenecen las dos artes a las que me voy a dedicar en este artículo, es una ciudad extraña: puede lucir como una brillante modelo rubia si nuestra mirada es superficial, pero si nos fijamos en sus entrañas, destila la suciedad de los malos hábitos habituales entre las personas de glamour. Aunque si algo define la ciudad, es la pasión. Los gaditanos giran todo el año entorno a dos emociones difíciles de explicar si no eres de Cádiz: el fútbol y carnaval, y cuando hablamos de fútbol, hablamos del Cádiz C.F. Pocas veces he visto a miles de aficionados esperar a su equipo cuando se va a disputar un partido de 2ªB. Ocurrió el 20 de mayo de 2012, cuando el Cádiz se jugaba el ascenso a Segunda División contra el Real Madrid Castilla. Miles de aficionados esperando al autobús del equipo en la entrada al estadio y gritando <<por un Cádiz revolucionario, todos los fachas fuera del estadio>>, <<oé Cádiz oé>> o el pasodoble de  la chirigota La Familia Pepperoni  <<Me han dicho que el amarillo / está maldito pa´los artistas / y ese color sin embargo / es gloria bendita para los cadistas>>. Porque como hemos dicho antes, carnaval y fútbol son las dos pasiones de los gaditanos y éstos se han encargado de que vayan juntas. De hecho, el pasodoble Me han dicho que el amarillo se ha convertido en el himno oficioso del Cádiz C.F.
Por supuesto, La Familia Pepperoni, chirigota encargada de entonar por primera vez el pasodoble con autoría de Manolo Santander, no hizo la letra por encargo del club. El hecho de que una copla de carnaval se convirtiera en una especie de himno para la afición de un club importante como el Cádiz, ejemplifica muy bien la importancia y significación que tiene esta fiesta entre la gente de la ciudad.  En un ejercicio de poesía popular, el pueblo de Cádiz tomó esa letra como suya. Uno puede no conocer al autor de la letra, pero seguro que conoce el pasodoble. No hay mayor colofón para un carnavalero que una letra suya se convierta en un himno para la ciudad, como bien recordaron Los hinchapelotas, chirigota del 2012, en una copla suya dedicada al autor del pasodoble que se ha erigido como himno del club, en la que se puede apreciar lo siguiente: <<No hay Gran Final / ni hay antifaz / ni premio que supere / que una canción / de carnaval / el pueblo se la quede>>. Por ello, Manolo Santander ha pasado ya al olimpo de personajes ilustres en Cádiz, y estoy seguro de que hay más personas que conocen antes su nombre que el de Fernando Quiñones o José Mª Pemán.
Si uno observara a miles de  personas esperando el autobús de su equipo de fútbol, podría pensar que ese equipo se bate en una eliminatoria importante de Champions League, o que se enfrenta a un partido decisivo para ganar una liga. Pero la realidad del club amarillo es bien distinta. Su presente es aciago y está marcado por la incertidumbre. Así, se va dejando el orgullo por campos de mala madre de 2ªB para volver al lugar que por afición le corresponde. El Cádiz me recuerda a esa escena de Kill Bill 2, la película de Tarantino, en la que la protagonista está enterrada en un ataúd, y a base de paciencia, dando pequeños puñetazos para que la madera ceda, logra escapar del boquete. Y eso es exactamente lo que lleva intentando el Cádiz desde hace varios años ya, escapar del boquete.
Para relatar la última gran gesta protagonizada por el club, debemos retroceder una década, exactamente hasta el año 2005. El Cádiz se jugaba ascender en el campo del máximo rival, el Xerez C.D. Imaginen que el F.C. Barcelona visita el Bernabéu y el equipo blanco puede dejarlo sin liga, o por el contrario, puede ser derrotado en su propia casa para regodeo de toda Cataluña; imaginen ese escenario. Pues con esa misma tensión se vivía ese derbi. Pero pronto se disiparon las dudas. Nada más comenzar el partido, Oli asestó un zurdazo que retumbó como el golpe de bombo de una chirigota clásica. El resto fue dejar atrás los minutos, de hecho, el segundo gol cadista fue mera anécdota, ya Oli se había encargado de dejar las cosas claras desde el inicio, como cuando Michael Corleone vuelve del baño con un revólver y dispara, sin preguntar, a Sollozo y el capitán McClusky en la película El Padrino.
Por supuesto, las agrupaciones se acordarían de la hazaña y la reflejarían en sus letras. En el carnaval siguiente al ascenso conseguido, la comparsa Los Parias, del autor Juan Carlos Aragón, se referiría a la gesta de la siguiente forma: Hay días que pasan cuando llegan / pero sus noches nunca pasan, / como la noche coronada / por nuestra amarilla bandera, / la noche de la primavera / más bella que tuvo Carranza. / De Jerez, fueron de vino de Jerez / las lágrimas que derramé / la noche de la primavera / más bella que tuvo Carranza (…) / Por eso cuando las banderas / cubrieron las ciudad entera / sentí el mayor escalofrío. / Lo que pasaba era más grande / y cada gol más importante / que to el ascenso conseguío.
Oli fue el jugador referente de aquel Cádiz C.F. que consiguió el ascenso. No fue casualidad que el asturiano fuera quien asestara la cuchillada final en Chapín. Su relación con el club gaditano y con la afición se manifestaba en cada minuto que el jugador permanecía en el campo. Tanto se reflejaban el club y el jugador, que tras  no conseguir mantenerse  en Primera División, Oli fue elegido como técnico para volver a repetir la gesta la temporada siguiente. Pero las cosas empezaron a decaer y el idilio entre ambas partes se terminó antes de lo esperado. Sin embargo, la afición aún guarda un gran recuerdo del jugador ovetense. Ya antes de esta gesta, la chirigota Los golfus de Roma (2005), dedicaron un pasodoble al futbolista, en el que querían decirle que lo consideraban como un gaditano más, a pesar de que no hubiera nacido en Cádiz: cuando tú besas mi escudo / estás besando a to Cai entero. / Venga, sigue partiéndote el alma / que te llevan en volandas / todos los cadistas buenos (…) / pudiste venir a Cádiz / para llevarte el parné / pero elegiste vencer / y conquistar corazones / de una afición que te adora / y a la que respondes echando cojones (…) / Y por eso esta afición / aunque tú seas asturiano / te ha demostrado su amor / porque ya eres Oli otro gaditano
Oli, estandarte de la última gran época del Cádiz C.F.
No todas las letras de los pasodobles referidas al equipo gaditano son tan aduladoras. El espíritu crítico de algunas agrupaciones es algo destacable, y más aún cuando las cosas no marchan bien, que es lo que le ha ocurrido al Cádiz en los últimos años. Si repasamos la trayectoria del equipo, ha conseguido subir a Primera División, descender a 2ª B dos temporadas después de haber estado en la máxima categoría. Antes de descender, el club había sido abandonado por los nuevos dueños, cuando tan sólo llevaban cuatro meses de mandato, dejando la incertidumbre sobre el futuro económico de la entidad entre sus aficionados, que auscultaban el fantasma del descenso ante el mal rumbo que estaba tomando la dirección del club. Ese descenso se consumó añadiéndole una pizca más de tragedia al asunto. Abraham Paz, capitán del equipo, falló un penalti cuando corría el minuto seis de descuento para el final del partido que, de haber sido anotado, hubiera dejado al Cádiz en Segunda División. Al año siguiente se consiguió el ascenso a Segunda de nuevo, pero cuando el objetivo era mantenerse en la categoría, para que la temporada siguiente, la del 2011, temporada del Centenario del club, se pudiera luchar por objetivos más ambiciosos, el equipo volvió a descender a 2ªB.
Ese descenso fue un varapalo para la afición. El nuevo estadio, que se pretendía que estuviera finalizado para el año del Centenario, estaba desnudo ante la ciudad. El ambiente era frío y raro, y la nostalgia se apoderó del aficionado cadista, que miraba al pasado como método para perderse de una realidad tan pesarosa. Estas circunstancias influyeron también en las letras de las agrupaciones dedicadas a un acontecimiento tan importante como el Centenario del club al que defienden, como la de la chirigota The Cádiz Post Time, de José Antonio Vera Luque, en la que define el acontecimiento de cumplir un siglo de edad de esta forma: Centenario sin tribuna / sin alegría ninguna / sin motivos de jolgorio /que más que lo que merece / el cumpleaños parece / un velatorio.  Y donde más adelante, si seguimos escuchando el pasodoble, sumerge al aficionado en la nostalgia antes mencionada, nombrando jugadores míticos del club cadista, para finalizar con una crítica salvaje e implacable hacia aquellos que jugaron con el futuro del club tratando de hacer negocios: Y recuerdo a los piratas / de chaqueta y de corbata / que llegaron prometiendo, / prometieron oro y plata / y luego como las ratas / de aquí se fueron corriendo. / Y es por eso que lo advierto / y lo digo como socio / a tos los que están ahora / pa´que se apliquen el cuento / que el Cádiz no es un negocio.
La situación del club, después del Centenario, no ha mejorado mucho. Aparte de haber pasado de nuevo por varias manos en su dirección, en lo deportivo tan sólo han sobrevenido catástrofes. El mismo año del Centenario, cuando todo parecía indicar que el club volvería a la Categoría de Plata en el minuto 82 de partido de vuelta en Mirandés, en el que se perdía 2-1, pero en el que se contaba con una ventaja de 2-0, es decir, que el Mirandés disponía tan sólo de 8 minutos para meter dos goles y remontar la eliminatoria. Sin embargo, se trataba del Cádiz, y por supuesto que el club negrirojo consiguió esos dos tantos.
Algo parecido ocurrió la temporada siguiente, en la que en el partido decisivo para el ascenso, el Cádiz C.F. consiguió remontar un 3-1 en contra frente al Lugo, pero no pudo conseguir el ascenso porque erraron más en la tanda de penaltis. Además, después de ese nuevo golpe, el club estuvo a punto de descender a 3ª División bajo el mandato de un grupo italiano que endeuda aún más el club.
El Cádiz C.F. posee una afición que acude en gran número al estadio, algo que parece difícil de imaginar teniendo en cuenta los últimos acontecimientos sufridos. Además, esa afición ofrece su visión de lo que acontece en su club cantando coplas de carnaval, lo que la hace más única todavía del resto de España. Una afición que se acoge a la nostalgia para soñar con recuperar el lugar que le corresponde, y que no mira otros colores que el azul y el amarillo. Pero hay quien dice y maldice / que el Cádiz para él no existe / ya puede presumir / pero siendo de aquí / con esa pena tendrá que morirse, cantaba la chirigota Retrato de familia en el año 1993, diciendo que en Cádiz puede haber gente a la que le guste otros equipos, pero que el equipo de la ciudad juega en Carranza y es el Cádiz C.F.                                                         
Los comparsistas se la dan de artistas (2009)
    (Artículo publicado en el 2º número de La Tabarrera).