En primer lugar, es preciso situarlo en las coordenadas exactas en donde va a producirse el encuentro. El calendario de liga y los periódicos dicen que es en la ciudad de Barcelona, en el estadio Camp Nou. Dicho dato debe ser considerado orientativo. El Clásico es un encuentro en el que el espacio y el tiempo pasan a ser dos elementos secundarios, como el color de las botas de los jugadores. Es decir, se dice que es en Barcelona pero lo que va a ocurrir podría ser perfectamente en El Cairo o en Bangladesh.
En otro orden de cosas, es recomendable ir bien aseado a la cita, con la camisa cerrada hasta el último botón. No importa si lo ve solo o acompañado, en ese momento, poco le va a importar si los macarrones se le han pegado dos horas antes o si se ha quemado al sacar la pizza del horno; si su cuñado le ha hablado de la muerte de Fidel Castro o si su esposa le ha invitado a sacar la basura justo cuando se calzaba los zapatos para salir. En fin, tome asiento relajado y cruce las piernas solemne porque, ante todo, lo que no debe es alterarse.
Una vez iniciado pueden acaecer varias situaciones. Recuerda, no desespere. Una de las posibles tesituras en las que puede verse envuelto es la siguiente: a Cristiano Ronaldo se le antoja volver a pedir calma en territorio hostil. Si este hecho le provoca urticaria, tranquilícese, quizás en la jugada posterior Ronaldinho haga un eslalon desde el centro del campo con la tranquilidad con que un emperador entraba por un arco saludando a sus esclavos. En el caso de que Raúl Blanco marque el empate a dos en el tiempo de descuento y se lleve el dedo índice a sus labios sellados, no piense que debe callar, en cualquier caso deberá abrazarse a la persona de al lado o, por el contrario, deberá increpar a la pantalla del televisor como al conductor que estuvo a punto de atropellarlo en un paso de cebra. Considérese en la misma situación si Geovanni marca también cuando el partido da un respingo y hace tres cortes de manga al público. Si Luis Enrique está en el banquillo dando instrucciones a todos los jugadores menos a Messi, no se sorprenda si en cualquier momento marca un gol y va a restregárselo a la grada madridista estirando la camiseta del Barça hasta decolorarla. También puede ser que la burla vaya dirigida a la grada blaugrana y que esta vez la camiseta que pierda textura sea la del equipo blanco. Depende del minuto en que circule el enfrentamiento. Asimismo, aunque Zidane esté en el área técnica, sepa que es capaz de meter un gol por la escuadra que dé el pase a la Final de la Champions en el partido de ida, y que incluso puede alegar que sentenció rápido porque necesitaba ingeniar uno de los goles más increíbles del deporte. Rivaldo es muy asiduo a marcar cuando el aceite está más caliente, así que no lo pierda de vista. Bien es sabido que Messi puede estigmatizar a Mourinho tras asistencia de Afellay, y en la jugada siguiente puede otear el horizonte, mientras hace quiebros y avanza despacito por el campo como usted cuando intenta barrer el hilillo de polvo del salón. La diferencia es que el argentino va a apuntillar al Real Madrid sin ni siquiera moverse. Quizás Ronaldo pueda parecerte a James Gandolfini, en ese caso, desconfíe, va a recibir un pase en profundidad y va a hacer una carrera tan perfecta que va a lesionar a Thiago Motta. Cuando esté enfrente de Valdés, va a picarla, sonriente, como diciéndole a sus compañeros «yo sé hacer estas cosas, chicos».
Por último, haga oídos sordos a aquél que te sugiera que el árbitro estuvo mal porque no pitó no sé cuántos saques de banda. Para eso, ya está la televisión. 

Publicado en Arcos Información (03/12/2016)