2 de abril de 2014
<<La literatura religiosa de todas las épocas está repleta de <<descripciones>> de <<visiones>>, en la que los sentimientos sublimes e inefables van acompañados por la experiencia de luminosidad radiante (William James habla de <<fotismo>> en este contexto). Es imposible asegurar, en la inmensa mayoría de los casos, si la experiencia constituye un éxtasis psicótico o histérico, los efectos de una intoxicación o una manifestación jaquecosa o epiléptica. Hay una sola excepción, el caso de Hildegar de Bingen (1098-1180), una monja y mística de una capacidad literaria e intelectual excepcional, que experimentó innumerables <<visiones>> desde la más temprana infancia hasta el final de su vida, y que nos ha dejado imágenes y relatos exquisitos de dichas visiones en los dos códices suyos manuscritos que han llegado hasta nosotros: Scivia y Liber divinorum operum (<<Libro de las obras divinas>>).
Una consideración cuidadosa de estos relatos y dibujos no deja duda alguna respecto a su naturaleza: son indiscutiblemente jaquecosos, e ilustran, sin duda, muchas de las variedades del aura visual analizadas anteriormente>>. (Oliver Sacks, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero). 

30 de marzo de 2014
Con la literatura siempre había ido de la mano de la amante, que es la poesía. También leía novelas, pero no le prestaba atención a los relatos. Un año tuve que toparme con Nieves Vázquez, una excelente profesora enamorada de Cortázar, que nos enseñó Continuidad de los parques, del mismo Cortázar. Para Gabriel García Márquez el mejor relato que ha leído es Gato bajo la lluvia. Para mí, Continuidad de los parques. No voy a extenderme en lo que podría ser mi análisis de ese relato porque me sentiría minúsculo. Sólo voy a decir que desde que lo leí acaricio las aristas de los sillones mientras leo. El último párrafo de ese relato es enfermizo.
Como este blog, aparte de para contaros mis pantanos, lo hice para aquella decena de personas que sienten la corrosión de las letras por dentro, me he visto en la tesitura de inaugurar esta sección, en la que me encargaré de citar todo lo que lea relacionado con la enfermedad y la literatura. Si hablo de enfermedad y literatura no puedo pensar en otro escritor que no sea Bolaño, por ello, abro este apartado con él.

<<Ulises Lima era mi amigo Manuel Santiago. Él murió hace un año y medio, fue mi mejor amigo, mi mejor amigo de lejos. Poeta mejicano y un ser extrañísimo. En realidad, Manuel Santiago parecía haber bajado de un ovni desde hace un par de días, y tenía cosas tan extrañas como meterse en la ducha y seguir leyendo, se metía en la ducha y con la mano mantenía el libro. Lo peor es que eran mis libros. Siempre veía mis libros mojados y no sabía qué había ocurrido. ¿Está lloviendo?, me preguntaba, hasta que una vez lo sorprendí leyendo en la ducha. Yo lo que tendría que haber hecho es ponerme de rodillas y rezar ante el milagro que había presenciado>>. (Roberto Bolaño).