En baloncesto, existe un elemento que, a pesar de no ser animado,
cambia completamente la concepción del juego. Sin él, este deporte
pasaría a ser otro totalmente distinto. Os hablo del tablero. Un
tablero de baloncesto se levanta imperioso sobre los cuerpos que van
a luchar, de forma descarnada, por introducir el balón en el aro. En
la reputación del baloncesto actual, usar el metacrilato parece que
es una forma ruin de practicarlo, es la manera sucia de meter una
canasta, el camino fácil que deshecha la floritura, arte principal
por el que la chavalería se introduce en este juego. Sin embargo,
también existen los metódicos, quienes teorizan sobre el arte de
pivotar sobre sí mismo, sobre las características de la asistencia
y la efectividad del tablero. Cuando comencé a jugar, me instruía
un maestro gallego que estaba de paso por el pueblo. En su afán
porque ejecutáramos un baloncesto minucioso, siempre nos gritaba:
«¡Buscad el tablero. Hay que
buscar el tablero, carallo!». Por aquella época brillaban, sin
astro capaz de asomarse ni siquiera a sus tobillos, Kobe Bryant,
Jason Williams, Shaquille O´neill, Vince Carter... y en un rincón
apartado, sin masas aduladoras, se encontraba uno de los jugadores
más perfectos que ha dado la Historia: Tim Duncan.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-iGKoRFGrYb_rzp5l3b4bfJyFMh5RncOqMO6RaYU5Sjc2ohdDMnifeFE9T5t_uL6RYgLrGNoDjTOMScuGaWecP7HSusVYaOemf0pPnDXF-w3vz2uG7Ae_sjrf6mPM9xaD3oAAMhzS6ic/s1600/hi-res-169569357_crop_north.jpg)
Luego está su carácter,
silencioso, como un espectro por la pista. Escribiendo este artículo
he intentado recordar un mal gesto de Duncan, pero no hay manera de
que acuda ninguno a mis recuerdos. La revista de baloncesto Kia
en zona
publicó hace unos días un post del facebook de Etan Thomas,
ex-jugador entre otras franquicias de Oklahoma City Thunder, en la
que el pívot contaba una anécdota que define a la perfección el
carácter de Duncan sobre una cancha de baloncesto. Según Thomas,
encaró a Duncan dando dos pasos y alejándose de él para que no lo
taponara, soltando un gancho que finalmente fue bloqueado. En la
jugada siguiente, cuando ambos corrían hacia la otra canasta, Duncan
le dijo al oído: «Ese fue un buen movimiento, pero tienes que
meterte más sobre mi cuerpo, así o sacas falta o al menos yo no
puedo taponarlo».
Tim
Duncan es la antítesis perfecta de Guti. Si el ex-jugador del Real
Madrid ha sido durante toda su carrera la «eterna promesa», Duncan
ha sido para nosotros el «eterno retirado». No ha habido playoffs
de
los últimos cinco años en el que no hayamos lamentado que era el
último partido del 21 de los Spurs. Cuando más convencido estuve
fue cuando falló una canasta medio fácil en el séptimo partido de
las Finales de 2013 contra Miami Heat, canasta que le arrebataba el
anillo. Después del fallo dio dos palmetazos en el parqué que
inducían a pensar en la catástrofe. Perdió, pero no se retiro. Al
año siguiente barrió a los Heat 4-1, para adjudicarse el 5º anillo
de su carrera. Pero ahora sí, ahora sí se ha retirado Tim «Siglo
21» Duncan. Me he imaginado a Gregg Popovich llorando. Y no es para
menos. Para muchos, también se nos ha muerto una parte del
baloncesto.
Publicado en Arcos Información ( 22/7/16)
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