La otra madrugada, mientras veía un partido de la NBA, volvió a
suceder. La noche era un manto de silencio, como es normal en el
pueblo, que no conoce el estruendo de las ambulancias. Un silencio
quieto y frío el de aquella noche, ordinario, que se vio
interrumpido por un poderoso aleteo y pequeños rugidos que iban de
un lado para otro. No le hice mucho caso al principio, pero ante la
insistencia de lo que parecía un vuelo acompañado de un llanto, me
asomé a la ventana. Las hormigas voraces del miedo hicieron una
hilera en mi espalda. Imperiosa y atenta, apoyada en un cable de luz
que está sujeto a la ventana de mi salón, se encontraba una
lechuza, con la demencia instaurada en los ojos, que me penetraban
hasta ahogarme el cuello. No pude resistir la contienda de miradas y
volví al sofá, a ver si alguna buena jugada de baloncesto me hacía
olvidar la fatalidad de aquel reencuentro.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLDZ95Djs58d_PfCXL24jpdZd8gwEAOYzuf5uNGToc7MEeTyowWXGr_dMSDFVHvmIDkPk2ZxIcs_9Iqx0xk-_Eq1N5PlU1xuS9RHA-DuWq-aqudbB29ZVyze0ytPWoVsrTkJRnJjG6Ml4/s1600/la+casa+de+psicosis.jpg)
Pasados unos años, la leyenda del Loco Reyes se acrecentó.
Jugábamos a contar historias de miedo y siempre aparecía alguna de
él. <<El Loco Reyes estaba enganchado a jugar -narraba siempre
intrigante mi primo-, y se murió porque jugaba a la ruleta rusa, y
una vez pues le tocó a él y se disparó. Yo muchas noches lo
escucho gritar, los portones de las ventanas se mueven y la reja
chirría, da mucho miedo>>. Si mi casa estaba cerca de la del
Loco Reyes, la de mi primo aún más. Si él escuchaba eso por las
noches, es porque tenía que ser cierto. Yo, después de oír todo
eso, cada vez que pasaba por el caserón me quedaba mirando los
grandes ventanales por si veía algo parecido a la silueta de aquel
personaje grotesco.
Pocas noches después de haber oído la espeluznante historia, con
la ventana de mi cuarto abierta para que corriera algo de aire, pues
era verano, comencé a escuchar ruido de maderas contra unos
cristales, unas rejas que chillaban como un violín desafinado y un
grito espeluznante, que procedía de muy cerca de la ventana de mi
cuarto contigua al patio de mi casa, conectada por el aire con la
casa del Loco. El miedo se instaló en mi cuarto, un nerviosismo
extraño recorría mis piernas y los gritos no cesaban, parecía que
salían de mi cogote; no lo pude resistir y fui a acostarme a la cama
de mi hermano junto a él. Al día siguiente, mi padre, que sabía
que me moría de la vergüenza por acostarme con mi hermano, quiso
demostrarme que los gritos no eran del Loco, sino que era una lechuza
que se apoyaba en la antena del patio y comenzaba a gritar para
comunicarse con otras lechuzas. Esa noche comprobé que era verdad,
pues otros gritos procedentes de distintas gargantas pero con la
misma tonalidad, contestaban a los gritos de la lechuza que se posaba
en la antena de nuestro patio, organizando una banda sonora
aterradora. Yo me repetía “es una lechuza, es una lechuza, es una
lechuza” hasta quedarme dormido, pero el terror estaba ahí, y yo
sabía que el Loco Reyes se había reencarnado en una lechuza y venía
hasta mi ventana para castigarme por buscar su silueta detrás de sus
grandiosos ventanales.
Con los libros, he sabido que el Loco a lo mejor no era tan loco. Era
un falangista taciturno y solitario, de los pocos falangistas
confesos que quedaron en el pueblo cuando Franco murió y la
democracia estaba por establecerse. Un falangista que se suicidó con
un tiro en la cabeza quizás porque veía cómo los comunistas
ganaban terreno y el fascismo perdía todos los privilegios que había
disfrutado durante cincuenta años. Yo aún cuando paso por su casa
acelero un poco la zancada sin quererlo. A mí me da igual lo que
digan los libros y lo que me dijera mi padre: para mí el Loco Reyes
es una lechuza que la otra madrugada volvió a visitar una ventana de
mi casa, para que no me olvide que hubo un tiempo en el que buscaba
su silueta tras los ventanales de su enorme casa. Menos mal que no
le dio por gritar.
Foto: La casa de Psicosis.
Foto: La casa de Psicosis.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario!