Últimamente no pienso mucho. Nunca he sido un gran pensador, pero al
menos me esforzaba. Por ejemplo, si hacía un poema y la coma era
inasible, luchabas contra ella como contra el abre fácil del paquete
de jamón de york. La coma se anquilosaba al final del verso, y con
la puntita de la uña empezabas a hurgarla, intentando que se
despegara del lugar donde te declaraba la guerra. Pero sólo lo hacía
lo justo para, a la siguiente palanca que hicieras, desaparecer.
Entonces la única solución era acudir al tajo, despedazar la pieza
entera para poder degustar debidamente el sabor del poema. Luego, en
la cama pensabas durante dos horas, quizás tres, en cómo ubicarla
debidamente para no tener que acudir a esos destrozos. Yo creo que
alguien se puede volver loco con una coma.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsASl3Jayk6rG_uCRrnTmpFNSEBRTn-vG0O3Za8UiWAtuKAyIaW7RW5T04-3uMzupmJvp54z5Huh9w-zUn5GD565EabU0q_Fo5ZD2ZIleo1UDidFzcygtdtYl7CVZxw1LMyU1r4QPGh64/s1600/Joe+Pesci+Tura+17.jpg)
Pero aunque queramos mostrar suavidad en los gestos, la violencia
acude a ti a la que cambias una d por una t en la
pronunciación. Es una violencia masticada, de muchos días atrás.
Asientes con la cabeza y el rostro serio. Intentas dejarla pasar,
pero vuelve al otro día y al otro. El turco te pide el bolígrafo, te envalentonas y le contestas en alemán que sólo tienes un
bolígrafo. Él mira a su colega marroquí, con el que habla en sabrá
Dios qué lengua y ambos empiezan a reírse. Te dan ganas de ser Joe
Pesci en Casino y comenzar a reírte con ellos, para
aumentarle el volumen de sus carcajadas, para que vean que estás con
ellos y cojan confianza. Y cuando el descojone alcance su momento más
lúcido, agarrarle la mano, apretársela contra el pupitre y
asestarle tres cuchilladas con el dichoso bolígrafo. También te dan
ganas de ser Unamuno cuando ofrecía una conferencia y dijo
Shakespeare tal como suena en español. Un oyente, queriendo quizás
que el auditorio supiera que tenía algunos conocimientos del idioma
anglosajón, le corrigió, y le dijo que no se pronunciaba
Shakespeare, que se pronunciaba Shekspir. Unamuno miró a los
presentes, asintió, y siguió su conferencia explicándola en
perfecto inglés. Pero claro, nunca serás Unamuno.
Foto: Joe Pesci.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario!