Sentí la desgracia cuando le di
un mordisco al bocadillo de mortadela y tragué papel de plata.
Entonces supe que no había vuelta atrás. Era ese tipo de desgracias
que no sabes cuándo ha llegado, pero que se te agarra a la cintura y
te corre dos boquetitos más del cinturón. Solté los pendientes en
el bolsillo derecho del pantalón, que cayeron en la tela como dos
piedras lanzadas desde un barranco. Recordé las palabras que me dijo
en la clase de Conocimiento del Medio el Lúa: <<Tú no te
achantes, Abraham, el no ya lo tienes por respuesta>>.
Así que cuando la vi, con un
chándal de campana y rodeada de amigas, me dirigí a ella, bajo la
atenta mirada del Lúa. Entré en el corro de amigas, pareciendo
que entraba en un país extranjero. <<Me gustas, Flori, te he
comprado estos pendientes>>, le dije, y le entregué dos
zarcillos con forma de F que habían estado saltando entre mis dedos
dentro del bolsillo. Las carcajadas estallaron, tanto que los chicos
que jugaban al fútbol se quedaron mirando. Caí en la cuenta de que
desde las risas estaba en el centro de las miradas de todo el recreo,
que estaba siendo historia viva de 4º, 5º y 6º de primaria.
<<Todavía estás en 4º, no has hecho la comunión y eres muy
menudo, las chicas de 6º no salimos con gente como tú>>, me
dijo con voz chillona. Volvieron a tronar las carcajadas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW47JavKviwKFSlYvEHUs4UOxLd-43QiiTwvn9Nir5WBFim5bxcK6LFja43-SarDaJSDrH2E0H8U_cIosFgx6Zl-nXxIWpf2XiobF7FXYSadccUVHZRmKKUCNSqK_Dl6UQh6Nk7Cnu30U/s1600/Sam+Hess+Lester.jpg)
Estoy seguro de que Lester no
imaginó, ni por un segundo, que las palabras de Sam desembocarían
en una concatenación tan seria de desgracias. Pero la desgracia no
necesita de avisos ni cosas por el estilo. Simplemente está ahí, a
la espera de que te raspes con la lija del estropajo, de que te salte
el aceite en la camiseta, de que firmes un contrato de trabajo, como
le sucede a Larsen cuando acepta el cargo como Gerente General
de una empresa importante, en El Astillero, la novela de Juan
Carlos Onetti. Desde que lo acepta lo inundan la tristeza y el plomo
de la existencia, el llanto silencioso y el paso lento. <<Esta
es la desgracia -reflexiona- […]. no es que venga y se quede, es
una cosa distinta, nada tiene que ver con los sucesos, aunque los use
para mostrarse; la desgracia está, a veces. Y esta vez está, no sé
desde cuándo>>.
El caso es que la semana pasada,
para huir del desastre, me refugié en la barra del bar de siempre.
Mientras contemplaba flotar los dos cubos de hielo del gin tonic, una
voz chillona irrumpió por la puerta. Iba rodeada de un corro de
amigas. Al principio pensé que era una chica más. No le hice caso.
Era un poco chabacana hablando y algo escandalosa. Pero al pararme en
sus facciones, al poner el oído en la cuchilla de su voz, supe que
era la Flori. Me puse algo nervioso, pero nada grave, ninguna
urgencia que no pudiera superar con un trago largo. Al rato, cuando
los cubos de hielos no eran más que dos lágrimas flotantes, sentí
una mano azotándome el hombro y escuché: <<Muchacho, ¿tienes
un cigarro?>>. El cigarro se me cayó cuando se lo ofrecí y el
corro de amigas tronó en carcajadas de nuevo. Supuse la tragedia.
Apuré el vaso y me marché a casa.
El hambre acudió a mí cuando
abrí la puerta. Imaginé que eran los nervios. Me dirigí a la
cocina y vi encima de la encimera un plato de filetes empanados.
Agradecí tener una madre. Pero cuando di un mordisco, una viscosidad
inmunda trepó por mi lengua. No eran filetes empanados, eran
berenjenas rebozadas. Vomité en el fregadero. Abandoné la tarea de
recogerlo para el día siguiente, ajeno a que aquello era un acicate
para una bronca monumental. Luego me acosté, con la desgracia en el
estómago, pero orgulloso porque la Flori me había pedido un
cigarro. Le había ganado una trivial batalla a la infancia.
Foto: Fargo.
Bello relato que plasma la fuerza en que las vivencias infantiles nos troquelan de por vida.
ResponderEliminarMe gusta la forma en que relatas, con serenidad y precisión.
Queridísima Martha, perdona mi tardanza en responder pero he estado ausente del blog durante un tiempo. Muchísimas gracias por comentar, me alegro mucho de que leas el blog. Un saludo.
EliminarMe agradaría conocer tu opinión sobre lo que escribo en uno de mis blogs: Martha Alicia Lombardelli .
EliminarCariños